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¿Cómo estudiar y trabajar sin procrastinar? Los 4 puntos que debes manejar


¿Cómo estudiar y trabajar sin procrastinar? Los 4 puntos que debes manejar

Seguramente te ha sucedido que tienes que estudiar para un examen muy importante, o debes desarrollar un proyecto a lo largo de unos meses. Ves la fecha límite y, de comienzo, la sientes muy lejana. No le inviertes tiempo. Pasan los días, el deadline se va acercando, y, con él, la angustia por no haber comenzado antes. A pesar de ello, sigues sin hacer lo que te corresponde. Tres días antes del día de la entrega, la presión te gana y terminas lo que tienes que hacer. No obstante, los resultados no son los esperados, si acaso satisfactorios. Fuiste víctima de la escenciales, que convierte al refrán “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” en “Si puedes dejarlo para mañana, no te preocupes hoy”. El postergar lo que debes de hacer es un problema común. Por ello, en esta entrada te comentaremos las causas de la procrastinación y qué hacer para combatirla.

Para entender las causas de la procrastinación, debemos comprender qué significa y qué implica este concepto. La procrastinación viene del latín procrastinare que se traduce como “postergar hasta mañana, hasta el futuro”. Este vocablo, a su vez, proviene de la raíz akrasia: “hacer algo en contra de nuestro mejor juicio, falta de control”. Por tanto, podemos definir al concepto como postergar o retrasar el inicio o la realización de una actividad de la que somos responsables por llevar a cabo otras irrelevantes, o que no aporten al trabajo que debemos hacer, a pesar de ser conscientes de que es lo peor que podemos hacer. Así, “cuando procrastinamos, no solo estamos conscientes de que estamos evadiendo la tarea en cuestión, sino también de que hacerlo es probablemente una mala idea” (Lieberman, 2019).

Si es una mala idea, ¿por qué lo hacemos? Muchas veces encuentras que la respuesta es una falta de manejo de tiempo, o muy poca disciplina para hacer lo que nos corresponde. Sin embargo, la evidencia científica muestra que es una respuesta biológica, “una manera de enfrentar las emociones desafiantes y estados de ánimo generados por ciertas tareas”(Lieberman, 2019). Por naturaleza, como seres humanos, tratamos de evadir el dolor y buscamos el placer, sentirnos bien. Cuando se nos presenta una tarea que nos genera emociones negativas, buscamos evadirla realizando otras actividades. De allí que es común, por ejemplo, que prefieras revisar tus redes sociales a comenzar a redactar un texto largo, que podría aburrirte o frustrarte. O que, en vez de prepararte para un examen muy importante (como el GMAT, esencial para ser aceptado a un MBA), busques vuelos a Estados Unidos. 

Lo anterior hace a la procrastinación un círculo vicioso. Desde muy niños estamos acostumbrados a repetir lo que causa recompensa. Cuando procrastinamos, olvidamos las sensaciones negativas, por lo que el premio es inmediato. En el momento que regresamos a la tarea que nos incumbe, se siente mayor estrés y frustración, por lo que el cuerpo repite el proceso de postergar lo que es verdaderamente importante. Esto es una burbuja que crece hasta explotar, dos días antes de la presentación del proyecto que debiste trabajar durante dos meses.

Además, el procrastinar es alimentado por el sesgo del presente: tendemos a concentrarnos mejor en lo que es urgente, y damos prioridad al corto plazo en vez de aquello que, a largo plazo, conviene.

Incluso “hay partes de nuestro cerebro que realmente piensan que las tareas que estamos suspendiendo son problema de alguien más” (Lieberman, 2019). Reconocer esto es vital: lo que dejamos para el futuro deberá ser resuelto por NOSOTROS. La base de la procrastinación como respuesta emocional es considerar al yo del futuro como alguien más

De allí que la procrastinación es más asunto de inteligencia emocional que una falta de manejo de tiempo o de productividad. Como las causas son profundas e involucran sentimientos implícitos, el primer paso para combatir esta reacción es la racionalización de nuestras emociones. Suena cliché, pero es útil recalcar que no somos dueños de las reacciones emocionales que tenemos, sino de lo que hacemos con ellas. Es primordial que, antes de saber cómo evitar postergar nuestras responsabilidades, comprendas en primer lugar por qué lo estás haciendo, y, en segundo lugar, las consecuencias que esta situación tiene en tu vida.

Aunque cuesta trabajo admitirlo “cuando elegimos postergar para mañana lo que se puede hacer hoy, inadvertidamente vendemos nuestra felicidad - la de hoy, y la de muchas mañanas que conforman nuestro futuro” (Warrell, 2013). Cuando procrastinamos, evitamos el estrés de ciertas horas dedicadas a un trabajo en específico, por una frustración cada vez mayor, cuando se acercan las fechas límites. Aún más, cuando postergamos situaciones que no tienen deadlines (el tratar de alcanzar un puesto importante, estudiar un posgrado, terminar una relación que no funciona), comprometemos nuestra felicidad y nuestro bienestar a largo plazo. 

Si este es el caso, busca la raíz del problema: ¿qué situación te está llevando a procrastinar? Para ello, hazte las siguientes preguntas, tomadas del blog de OutWitTrade (Holmes, 2020): 

  • ¿Qué razones hacen que todavía no hayas comenzado a trabajar? Tal vez te distraes fácil, falta mucho tiempo, te da flojera.
  • ¿Qué no estás admitiendo? La pregunta anterior tiene que ser más profunda. Recuerda que procrastinar es una reacción emocional ante lo que nuestro cerebro detecta como una amenaza. ¿Qué te da miedo? ¿Cuál es la emoción negativa que estás evadiendo? Muchas veces es miedo: a fallar, a equivocarte, a que no resulte tu idea, a la incertidumbre. 
  • ¿Qué gano postergando mis responsabilidades? Debes hacer una balanza entre este y el próximo punto. Pregúntate si vale la pena lo que estás haciendo. A veces, cuando procrastinamos, lo hacemos “productivamente”. Elegimos pequeñas tareas que parecen importantes, pero que, en el momento, son irrelevantes y no contribuyen a la realización de la meta. Si este es el caso, plantéate cuáles son las ventajas de hacer lo irrelevante frente lo importante.
  • ¿Cuál es el precio que estoy pagando, o que pagaré, por no comenzar/terminar? Da un paso atrás y dale un vistazo al panorama a largo plazo. Recuerda que es una respuesta a corto plazo, por lo que mirar qué estás perdiendo en el futuro, o a qué te enfrentarás si no cumples tus responsabilidades, es un paso fundamental para racionalizar el problema.
  • ¿Qué me gustaría sentir? Cuando llegue la fecha límite, ¿cómo me gustaría estar? Analiza si quieres estar satisfecho, frustrado, decepcionado, o contento con el trabajo que hiciste. De allí deberás preguntarte…
  • ¿Qué acciones debo hacer para sentirme así? Y este es el paso del que hablaremos más adelante. Cada tarea tiene sus situaciones específicas, por lo que determinar desde un inicio lo que debes lograr para sentirte bien contigo mismo es primordial para alcanzar tu meta.
  • Finalmente, a pesar de ser tu responsabilidad, ¿qué tan comprometido estás por cumplirla? Cuantifícalo quizás del 1 al 10, y reflexiona con claridad tu nivel de compromiso. A veces sientes que no vale la pena, pero cavila pros y contras y así evalúa por qué sí o por qué no debes comenzar a trabajar en lograr el objetivo, o cumplir lo que debes hacer.

Ahora sí, una vez que encontramos la raíz de nuestro problema de procrastinación, hay ciertos caminos que puedes seguir para poder comenzar a trabajar y terminar lo que tienes que hacer.

1.- Maneja las emociones, maneja el miedo, conócete

Si la procrastinación es producto del miedo a una emoción negativa, lo primero que debes hacer es una reflexión meticulosa del futuro. De aquellas emociones negativas que, en caso de no realizar la tarea a tiempo, sufrirás. Además, si crees que no te saldrá bien la tarea, o que no cumplirá tus expectativas, esto pasará de igual forma si no lo intentas. Recuerda que el fracaso es la base del éxito, y de los errores se aprende. Si no te equivocas, no estás creciendo. No sabes lo que puedes lograr. Esto aplica tanto para una tarea importante, como una meta más a largo plazo: estudiar un posgrado, crear una empresa, empezar un proyecto… 

Además, es importante que te conozcas. A veces lo que te gusta es la presión de hacer todo a último momento, la adrenalina. Si este es el caso, mentalízate a comenzar antes: una semana es adecuado para ciertos proyectos, un par de semanas para otros. Lo importante es que, incluso, puedas organizar la procrastinación, de manera que sin darte cuenta ya no cuente como tal. Te harás más productivo de esta manera, pues tendrás una guía de qué hacer.

2.- Maneja el tamaño de la tarea

En ocasiones, la falta de ganas de comenzar se debe a la dimensión del proyecto que harás. Imagínate que quieres construir un hotel. ¿Cómo comenzar? ¿El hotel se construye en un día? ¡Claro que no! Todo lo que se edifica, se hace por partes. Primero las bases y los cimientos, después el trabajo arduo (la obra “negra”), para después agregar los acabados y los toques finales. ¡Todos tus proyectos velos de la misma forma! Si piensas en que tienes que hacer algo, pero no en cómo comenzar o no tienes claro qué hacer primero, muy probablemente te vas a frustrar y jamás iniciarás la tarea. 

Un primer paso para evitar esta incertidumbre es dividir la tarea por partes, determinar qué pasos debes hacer para terminarla. Mientras más específico, mejor. Procura no poner tareas tales como “redactar la primera página” o “inscribirme a un curso de GMAT”. Sé más específico: “redactar la introducción que contendrá los puntos X & Y”, “investigar los mejores cursos para prepararme”. 

¡Evita abrumarte por el tamaño de una tarea!

3.- Maneja el tiempo 

Aquí podemos hablar de dos temas: el tiempo en general, y la realización diaria de tus objetivos.

Siguiendo la línea de dividir tareas en pequeñas partes, en primer lugar tienes que ponerte deadlines, incluso si no existen para determinadas actividades. Algo importante, y un tip que te compartimos, es poner todo en cuestión de unidades pequeñas de tiempo. Si son días u horas mejor. Hay estudios que demuestran que el cerebro tiene mayor sentido de urgencia cuando se expresa en este tiempo. Un ejemplo. Tienes 27 años. ¿Es momento de empezar a ahorrar para cuando te retires, en 30 años? Ahora imagínate que quieres ser millonario, y solo tienes 10,950 días para realizarlo. ¿Cuál de las dos actividades sentiste más urgente? Si haces las matemáticas, ambas actividades implican el mismo tiempo, pero seguramente el ser millonario te pareció más apresurada. Después de todo, los días son contados, y pasan con rapidez. 

Para cumplir con los deadlines, no confíes en tu autodisciplina. Si eres procrastinador, seguramente este será uno de tus más grandes problemas. La solución está en comprometerse con alguien para cumplir. Te puedes derrotar a ti mismo, o buscar miles de excusas para no cumplir con una determinada fecha límite. No obstante, te resulta más complicado quedarle mal a un amigo, o encontrar excusas creíbles y no repetitivas para no tener que realizar algo. Insístele, también, que solo si cumples con tus deadlines puede dejarte tranquilo.

Ahora, en el caso de lo que tienes que hacer cotidianamente para lograr tus metas, debes ponerte objetivos diarios. Para esto, una vez que dividiste tu meta en acciones más específicas, la noche anterior (o la semana anterior, dependiendo de qué tan avanzado estés con tu manejo de la procrastinación) márcate 3 objetivos muy delimitados y escríbelos. No solo los pienses. Te recalcamos: ¡escríbelos! y tenlos presentes durante el día o la semana. La recompensa de esto proviene de dos fuentes: te sentirás productivo cuando realices las 3 actividades, aunque tengas que hacer más (evitando la frustración), y podrás tener certidumbre de lo que debes estar haciendo. Al final del día, visualiza lo que cumpliste y lo que no. 

4.- Maneja las distracciones y la pérdida de la concentración

Tim Urban (2016) hace una analogía de lo que sucede en la mente del procrastinador. Cuando eliges realizar determinadas actividades en lugar de lo verdaderamente relevante, estás en un “dark playground”, en el que estás disfrutando sin haberlo ganado, en contra del buen juicio. Estas son las distracciones, productivas o no productivas, que te alejan de la realización. En ocasiones, estas son causadas por un cansancio mental que proviene de la excesiva concentración en el cumplimiento de una tarea. Para evitar lo anterior, existen diferentes métodos y estrategias para no perder tu enfoque. Todas se basan en este principio: las distracciones, cuando son controladas y planeadas, contribuyen a la productividad. 

¿No te sucede que, cuando te tomas un break, después te sientes culpable? Esto es porque lo haces esporádicamente, y existe la concepción de que están mal. Eliminar este prejuicio, y aprovechar los beneficios de las distracciones es esencial. Entre estos se encuentran el relajarte, el permitir dar un paso atrás de lo que estás haciendo, e incluso, puedes encontrar formas creativas de resolver algún problema que hayas identificado: “cuando te concentras, bloqueas el acceso al modo ‘difuso’. Y el modo difuso resulta ser lo que necesitas para resolver un problema nuevo, más difícil” (Mooney, 2014). Aún más, “la más sencilla de las distracciones puede, dramáticamente, mejorar la habilidad de concentrarnos por periodos más prolongados”. (Atusnori & lleras, 2011). 

De esta forma, te compartimos tres técnicas que te pueden servir para concentrarte mejor:

  • Técnica Pomodoro: Se basa en un temporizador en forma de tomate. La idea detrás es realizar tu actividad primordial durante 25 minutos. Durante este tiempo, solo enfócate en ello, elimina alrededor de ti todas las distracciones. Una vez suene el temporizador, date un break de 5 minutos. Repite el proceso. Cuando hayan pasado 3 espacios de trabajo, tómate un break más largo (de 15 a 20 minutos sería lo ideal). Al inicio te parecerá difícil concentrarte estos 25 minutos, pero haz todo lo posible y, mientras más te acostumbres, te parecerá un tiempo muy corto. 
  • Técnica Pomodoro II: Cuando hayas dominado los 25 minutos, o de entrada crees que es un tiempo muy corto, haz un ajuste donde las sesiones de concentración sean de exactamente 52 minutos, con descansos de 17 minutos. Es como un sprint de 10 kilómetros, después de los cuales te tomas un descanso antes de continuar. Suena aleatorio, pero funciona. 
  • Incluye respiros a tu rutina: Permítete planear periodos donde no trabajes, donde realices acciones que realmente te distraigan. Programa, por ejemplo, googlear hoteles para tus próximas vacaciones. O buscar en línea esos zapatos que te llamaron la atención. Lo importante es que sean en horarios bien definidos y que, si no terminaste un objetivo, no lo podrás hacer y perderás ese tiempo.

Cuando tienes tus breaks, es importante que realices determinadas actividades que te ayudarán a relajarte, y que incrementan la productividad una vez retomes el trabajo. Aquí tienes ideas de qué tipo de acciones puedes hacer en tus espacios libres.

Aliéntate 

Ten por seguro que las recompensas a largo plazo, en un inicio, no te llamarán la atención. Recuerda que estamos condicionados a realizar determinadas actividades por recibir una recompensa. Encuentra tu motivación INMEDIATA para poder cumplir, en primera instancia, tus objetivos diarios, para que después trabajes con plazos más largos. Estos pueden ser tan simples como solo permitirte comer postre en la cena si cumpliste lo que debías de hacer, a más elaborados como salir con tus amigos cada sábado SI Y SÓLO SI lograste tu propósito de la semana. Aquí es verdaderamente fundamental que te apegues a recompensarte cuando hagas lo que te corresponde. Si no, tu cerebro se acostumbraría a motivarte a no hacer nada, y por eso lo sigues haciendo. Recuerda el círculo vicioso. 

Cómo empezar

El primer problema que obtenemos cuando nos enfrentamos a la procrastinación es el cómo empezar. Ya cuando comienzas una actividad, es relativamente fácil continuar realizándola. No obstante, si no has iniciado, seguirás postergando lo que debes hacer, dando paso a la procrastinación. Dos tips importantes: enfócate en comenzar unos minutos. A veces, ni siquiera la técnica pomodoro sirve porque los 25 minutos parecen mucho. Pero date 2 minutos. Plantéate que solo vas a trabajar 2 minutos y, después, podrás revisar tus redes sociales o seguir procrastinando. Te darás cuenta que esos 2 minutos pasarán volando y querrás continuar. OJO: Esto solo sucederá si ya estás motivado, o ya tienes la recompensa en mente. En caso contrario, después de los 2 minutos regresarás a la procrastinación. 

Además, antes de comenzar, di “3, 2, 1: ¡Vamos!”. Verbalízalo. Siempre que llegas al uno, esperas que algo pase. Que ese algo sea iniciar.

Finalmente, recuerda la siguiente frase, de Mary Poppins: “In every job that must be done, there is an element of fun. You find the fun, and… snap - the job’s a game”. Y sí, incluso en la adultez puedes encontrar la diversión en las cosas que haces. En ese momento, aquella actividad tediosa o que te parecía interminable, se volverá pan comido. En todo lo que hagas, busca aquello que te divierta, que te interese, que te llene. Velo como un juego, un reto que tienes que cumplir, un rompecabezas que tienes que armar. La clave está en comenzar, continuar, y alcanzarás tu meta.


Referencias

Atsunori, A., & Lleras, A. (2011). Brief and rare mental ‘breaks’ keep you focused: Deactivation and reactivation of task goals preempt vigilance decrements. Cognition. 2011: 07

Holmes, K. (2020). Study tips techniques. Recuperado de https://outwittrade.com/study-tips-techniques/

Mooney, C. (2014): Science says you should leave work at 2 p.m. and go for a walk. Recuperado de https://www.motherjones.com/environment/2014/08/inquiring-minds-barbara-oakley-learning-neuroscience/

Lieberman, C. (2019). Procrastinar no es un asunto de holgazanería, sino de manejo de emociones. Recuperado de https://www.nytimes.com/es/2019/03/26/espanol/como-evitar-la-procrastinacion.html

Urban, T. (2016). Inside the mind of a master procrastinator. Recuperado de https://www.ted.com/talks/tim_urban_inside_the_mind_of_a_master_procrastinator/up-next?language=es#t-364091

Warrell, M. (2013). Why YOU procrastinate, and how to stop it. Now. Recuperado de https://www.forbes.com/sites/margiewarrell/2013/03/25/why-you-procrastinate-and-how-to-stop-it-now/#14003acb1837