La diversidad en la educación superior
Como en otras partes del mundo, la educación superior es un factor crucial para garantizar la posición socioeconómica de una persona en Estados Unidos. Según estadísticas del U.S. Bureau of Labor Statistics, los trabajadores que cuentan con una licenciatura ganan 40% más que los trabajadores que sólo terminaron la preparatoria. En principio, esta disparidad salarial parece justa: después de todo, un título universitario es un buen reflejo de la dedicación, inteligencia y mérito de quien lo recibe. Pero, en la práctica, el panorama no es tan sencillo.
El acceso a la educación universitaria no sólo depende del mérito personal, sino de un gran número de factores. La calidad de la educación básica a la que una persona haya tenido acceso, la escolaridad de los padres, las actividades curriculares disponibles y el tiempo libre que se tiene para dedicar al estudio, por ejemplo, también determinan la preparación con la que alguien se presenta frente a un comité de admisiones universitarias.
Específicamente en Estados Unidos, esta disparidad en el acceso a los programas universitarios está también fuertemente atravesada por un factor racial. Siglos de segregación –a veces explícita, como en el sur de Jim Crow, y a veces implícita en actitudes discriminatorias o el disparidades estructurales– desembocaron en una enorme brecha de acceso a las universidades.
A pesar de que en la década de los 30 los criterios de admisión se estandarizaron con exámenes como los SATs, generación tras generación de universitarios provenía desproporcionadamente de contextos blancos, suburvanos y afluentes. Después de todo, los padres de estos jóvenes contaban con todos los elementos para preparar académicamente a sus hijos desde muy temprana edad y garantizar sus buenos resultados en los exámenes, en especial en contraste con los hijos de padres negros o latinos. La población negra en particular no tenía cabida en las universidades más prestigiosas, de donde se graduaban los futuros políticos, empresarios, jueces y periodistas más influyentes.
Por eso, a partir de la lucha por los derechos civiles en la década de los 60, muchas universidades decidieron hacer esfuerzos conscientes por incrementar el número de alumnos de minorías raciales y étnicas, prestando especial atención a los alumnos negros, quienes estaban desproporcionalmente excluídos de la educación superior. Y una de las estrategias de las que se valieron fue la acción afirmativa, que consistía en abrir cuotas específicas para minorías raciales.
Desde entonces, quienes abogan por la acción afirmativa sostienen que el proceso de selección de los estudiantes universitarios no debe basarse solamente en las calificaciones numéricas de los exámenes estandarizados sin considerar también las desventajas a las que ciertos sectores de estudiantes están sujetos. La intención de este proceso es contrarrestar sesgos estructurales, para así procurar una diversidad racial, nacional y económica en el estudiantado. Según explica Gabrielle Starr, presidente de Pomona College, la idea detrás de la acción afimativa es romper los ciclos de discriminación a largo plazo: "las políticas públicas la establecen en gran medida los graduados de las instituciones más selectivas de este país. Y influencia que la educación superior tiene en procurar la justicia racial se deriva precisamente de su capacidad de producir políticas públicas e investigación. Es poco probable que un grupo de personas no diverso dé prioridad a estas cuestiones. No es por mala intención, sino que simplemente la perspectiva no existe."
La propuesta de la acción afirmativa, que sigue vigente a la fecha en la mayoría de las universidades norteamericanas, ha estado rodeada de controversia desde que surgió. Sus detractores argumentan que la raza, la etnia o la nacionalidad de un candidato no deben jugar ningún papel a la hora de ofrecer espacios en una universidad, aun cuando la intención sea favorecer a las minorías étnicas y raciales. La controversia ha llegado en más de una ocasión a la Suprema Corte y, hoy, se encuentra otra vez sujeta a juicio.
Después de la administración de Donald Trump, en la que se eligieron a tres jueces conservadores para la Suprema Corte, la supervivencia de la acción afirmativa está nuevamente en jaque. Pero según explica Nicholas Lemann en su investigación sobre la historia de esta política educativa, en caso de que la Corte determine que la acción afirmativa es inconstitucional, las universidades seguirán luchando por su autonomía a la hora de escoger criterios de selección de estudiantes y seguirán procurando la diversidad de sus futuros egresados.
En última instancia, la larga lucha en defensa de la acción afirmativa ha afianzado una postura por parte de las instituciones educativas: la diversidad es un valor central no solamente de derecho, sino también de hecho, porque enriquece y fortalece la experiencia universitaria. Según un estudio de la Universidad de Michigan, las interacciones educativas entre grupos racial y étnicamente diversos dieron resultados positivos de , como que los estudiantes se sintieron más motivados en sus clases y comprometidos con sus estudios. También demostraron que los estudiantes que asistieron a colegios y universidades culturalmente diversos tenían habilidades valiosas como mayor pensamiento crítico, capacidad de resolución de problemas y habilidades de escritura.
Para los estudiantes latinoamericanos, formar parte de una institución diversa ofrece dos ventajas: por un lado, está demostrado que los estudiantes que forman parte de una institución que precia la diversidad se sienten menos sujetos a la discriminación y más bienvenidos, y por el otro, un entorno diverso permite preparar a los egresados para un mundo laboral cada vez más internacional, multicultural e interconectado.
Por estos motivos, quizás valga la pena considerar los rankings de diversidad de la institución de educación superior a la que quieres acceder, valiéndote de recursos como el ranking de Campus Ethnic Diversity, y también considerar cómo es que tu perspectiva cultural, nacional, étnica y lingüística podría ser una aportación para el programa de educación superior que te interesa.
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Referencias
1 https://www.bls.gov/careeroutlook/2018/data-on-display/education-pays.html
2 https://www.newyorker.com/magazine/2021/08/02/can-affirmative-action-survive
3 https://www.newyorker.com/magazine/2021/08/02/can-affirmative-action-survive
4 https://igr.umich.edu/files/igr/Diversity%20and%20Higher%20Education.pdf
5 A 2016 U.S. Department of Education report shows that “students report less discrimination and bias at institutions where they perceive a stronger institutional commitment to diversity.” https://shorelight.com/student-stories/why-is-cultural-diversity-important-for-colleges-and-universities/
6 https://www.usnews.com/best-colleges/rankings/national-universities/campus-ethnic-diversity