El panorama incierto de los SATs: ¿serán o no serán obligatorios?
La pandemia de Covid-19 cambió muchos aspectos de la vida académica y laboral de las personas alrededor del mundo. Y si bien muchas de las restricciones y alteraciones que se instalaron en 2020 se han ido levantando poco a poco, también hay ciertos cambios que llegaron para quedarse, como las videollamadas cotidianas o una mayor apertura a trabajar desde casa. Hasta hace poco, parecía que las oficinas de admisiones de las universidades en Estados Unidos habían hecho cambios permanentes también: en más y más escuelas se decretó que los exámenes estandarizados como los SATs y los ACTs ya no serían obligatorios, sino voluntarios, y miles de estudiantes ingresaron a la universidad sin presentarlos, o sin alcanzar el puntaje que la universidad en cuestión había pedido en años anteriores.1 Sin embargo, MIT sorprendió al mundo hace unas pocas semanas cuando anunció que volvería a instaurar los SATs como requisito obligatorio para sus futuros estudiantes. Ahora, el panorama es un poco más incierto.
Cuando en 2020 Harvard anunció su nueva política de admisiones y decretó que los exámenes estandarizados serían opcionales, marcó una tendencia clarísima. A esta iniciativa se fueron sumando universidades de mucho prestigio como la Universidad de California o Stanford, y las universidades más pequeñas hicieron lo propio también. Por su parte, muchas voces celebraron esta decisión argumentando que los exámenes estandarizados están lejos de ser neutros y objetivos, pues en realidad privilegian enormemente a los jóvenes que vienen de familias más privilegiadas, ya que ellos asisten a las mejores escuelas y pueden pagar propedéuticos, libros y tutores especializados que les ayudan a maximizar su puntuación. En cambio, los estudiantes de menores recursos ––que con frecuencia pertenecen a minorías étnicas y raciales–– no tienen esta infraestructura en torno a su desempeño académico, y sus puntuaciones se ven afectadas negativamente como resultado de estas carencias. Por eso, cuando las universidades decretaron que el ingreso a las universidades sería “test-optional”, tenían un objetivo importante en mente más allá de meramente solventar las dificultades de la pandemia. La idea era generar un impacto positivo en términos de la diversidad e inclusión en los campus universitarios de todo el país, y especialmente los de las universidades más prestigiosas, puesto que históricamente éstas han pedido los puntajes más altos como requisito para solicitar ingreso a sus aulas.
El tema, sin embargo, sigue siendo polémico. Al fin y al cabo, una prueba estandarizada permite comparar estudiantes diversos entre sí. En el comunicado donde MIT dio a conocer su decisión de reinstaurar estos exámenes como criterio obligatorio,2 se argumenta que los resultados que los jóvenes obtienen en estas pruebas son un buen indicador del éxito que tendrán en los demandantes programas académicos de esta universidad, particularmente en el área de matemáticas. Pedir estos exámenes ayuda a que las oficinas de admisión seleccionen a los jóvenes que mejor podrán aprovechar la experiencia universitaria, y sirve para filtrar a aquellos que quizás podrían sentirse rebasados o no alcanzar los resultados óptimos a lo largo de sus carreras. El panorama, entonces, no está del todo claro, puesto que es probable que otras universidades decidan hacer lo mismo.
Por lo pronto el debate se mantiene vigente. Por un lado, una vez que se decretó que los exámenes estandarizados serían opcionales, las universidades tuvieron que reevaluar sus criterios de admisión, y poner mayor hincapié en el panorama completo de la educación secundaria y preparatoria de los aspirantes. En última instancia, como explica Jeff Selingo, experto en educación, es más elocuente el desempeño de un joven a lo largo de tres o cuatro años de educación media superior, que a lo largo de unas cuantas horas de presentar una prueba escrita.3 Pero del otro, tener un buen resultado en los exámenes nunca fue una garantía de ingreso a la universidad de cualquier modo. En cambio, estos exámenes eran sólo uno de varios criterios, y tenían un papel que no es fácil de reemplazar: las diferentes universidades se daban una idea del desempeño de alumnos que provenían de contextos, escuelas y sistemas educativos variados sometiendo a todos a una misma prueba. Por su parte, los exámenes mismos están cambiando. La institución a cargo de la elaboración e implementación de estos exámenes ––el College Board–– está tratando de hacer que la prueba se ajuste a su nuevo papel en el proceso de admisión a la universidad. "En un mundo en el que los exámenes son mayoritariamente opcionales, el SAT es una prueba de menor importancia para la admisión a la universidad",4 dijo Priscilla Rodríguez, vicepresidenta de Evaluaciones de Preparación Universitaria del College Board. Los cambios entrarán en vigor en 2024 en Estados Unidos, y en el resto del mundo en 2023.
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1 https://edition.cnn.com/2022/04/02/politics/sat-act-standardized-tests-what-matters/index.html
2 https://edition.cnn.com/2022/03/29/us/mit-sat-act-standardized-tests/index.html
3 https://edition.cnn.com/2022/04/02/politics/sat-act-standardized-tests-what-matters/index.html
4 https://tuftsdaily.com/opinion/2022/02/17/for-many-test-optional-is-not-really-optional/
5 https://scholasticaprep.com/pages/quienes-somos