Consejos científicos para educar niños exitosos
El éxito académico y profesional de una persona se comienza a construir desde muy temprana edad. La psicología está cada vez más versada en qué métodos pedagógicos son los más efectivos para sacar a relucir todo el potencial de tus hijos. Por eso, algunos psicólogos contemporáneos han aislado aquellos métodos de crianza que permiten que los niños construyan seguridad en sí mismos y puedan forjar un camino de vida que realmente saque provecho y partido de sus capacidades.
El psicólogo norteamericano Kumar Mehta, por ejemplo, autor de The Innovation Biome y The Exceptionals, se ha dedicado a estudiar aquellas técnicas pedagógicas que pautaron la infancia de los más exitosos, desde Jeff Bezos hasta Beethoven.
Según el autor, los padres de los hijos más exitosos se enfocan en detectar y trabajar los puntos fuertes y las áreas de mayor capacidad de sus hijos desde temprana edad. “El prodigio noruego del ajedrez, Magnus Carlsen, mostró una habilidad única para resolver pacientemente acertijos y rompecabezas y estructuras avanzadas de Lego a una edad muy temprana. El padre de Carlsen pensó que estas habilidades se prestarían bien para ajedrez, y por ello le introdujo en el juego cuando era niño”,1 nos cuenta el autor.
Siguiendo este ejemplo, parece que los padres harían bien en poner atención a las habilidades propias de cada niño y ofrecerles actividades que les permitan mejor desarrollarse y florecer. El autor incluso recomienda fomentar la especialización temprana, es decir, que si tu hijo muestra una aptitud y un interés en la pintura, por ejemplo, probablemente sea buena idea darle las herramientas necesarias para practicar y profundizar en sus propias habilidades cuanto antes. Algunos padres incluso hacen planes de largo aliento para el desarrollo de las capacidades de sus hijos: los padres de las tenistas Williams, por ejemplo, organizaron un plan de desarrollo de las carreras deportivas de sus hijas desde que eran muy jóvenes. La idea detrás de esto es fomentar un enfoque claro y metas a corto, mediano y largo plazo que le permita a un niño dirigir sus esfuerzos a buen puerto. Identifica en qué tiene talento tu hijo o hija, y ayudarlo a desarrollarlo de manera experta con un plan tendrá grandes frutos al largo plazo. Por ejemplo, cuando tu hijo o hija esté postulando a la universidad, en unos años más, el distinguirse en algo específico, y el poder mostrar con hechos y actividades sus pasiones, son características cruciales de los candidatos que son admitidos a los mejores universidades del mundo.
Además, el Dr. Mehta también argumenta que los padres de estas personas excepcionales supieron poner de manifiesto la relación que existe entre el trabajo arduo, y la satisfacción del éxito. Es decir, que todo lo bueno requiere también un esfuerzo. Por eso el autor recomienda dejar muy claro que las cosas que valen la pena en la vida no vienen gratis, y que muchas veces es necesario trabajar con empeño y dedicación para conseguir lo que uno quiere. Tener un plan, darle opciones a tu hijo o hija de actividades que le gusten y en las cuales puede florecer, y ayudarlo a mantenerse con disciplina y esfuerzo trabajando con metas difíciles, pero realistas, le ayudará a ser más resiliente, y aumentará su autoestima.
Con respecto a cultivar esta cultura de diligencia y esfuerzo en casa, el autor recomienda que los padres fomenten la sana competencia, las ganas de superarse a uno mismo y el entusiasmo no sólo por cumplir con las responsabilidades, sino por ir siempre un poco más allá, empujando los límites de lo que cada quien puede. En muchos casos, el autor insiste en que estas capacidades son mejor aprendidas cuando los padres mismos las demuestran con su ejemplo.
Sin embargo, es importante resaltar también que las técnicas de crianza no deben centrarse exclusivamente en el esfuerzo y la demanda. El reconocimiento, las felicitaciones y las celebraciones de los éxitos son cruciales. Por eso muchas de las personas que han alcanzado el éxito profesional recuerdan que sus padres les ayudaron a construir su autoestima. Para lograr este cometido, se recomiendan estrategias tales como premiar y celebrar el esfuerzo de los hijos. Esto ayuda a que los niños y jóvenes sientan confianza en sí mismos para enfrentar los distintos desafíos que se les presenten en el futuro.
A este respecto, la experta en educación y prevención de adicciones, Jessica Lahey, habla del concepto de “autoeficacia”, que se refiere a “la creencia en la propia capacidad para tener éxito, para regular los pensamientos, las emociones y la vida, y para afrontar los retos de forma positiva. La autoeficacia es también la base de muchos otros rasgos positivos, como la resiliencia, el valor, la fortaleza y la perseverancia. La autoeficacia es lo que da a los niños una sensación de control, agencia y esperanza, incluso cuando el mundo que les rodea parece estar fuera de control.”2
Esta cualidad de carácter, nos dice la autora, es fundamental para preparar a los más jóvenes a enfrentar las diferentes situaciones que se puedan presentar a lo largo de la vida con una actitud positiva y con la confianza necesaria para abordar cualquier adversidad y aprovechar cualquier oportunidad. Incluso es una de las cualidades más importantes que pueden proteger a los niños de riesgos a su salud mental, como el alcohol o las drogas.
Para fomentar esta base de la confianza y resilencia, la autora recomienda exponer a los hijos a retos desde temprana edad, para que así puedan poner sus propias capacidades a prueba, ir aprendiendo de sus errores sobre la marcha, desafiando sus propios límites, y sintiendo la satisfacción que proporciona haber logrado algo por uno mismo. Esto puede ser tan sencillo como alentar a tu hijo para que prepare la cena de principio a fin, por ejemplo. Este reto permite que un niño se exponga a dificultades que debe resolver y también sienta la satisfacción de haber producido algo como resultado de su esfuerzo.
La autora recomienda también medir con cuidado las dosis de halagos y felicitaciones que los hijos reciben: es importante darle a un niño confianza en sí mismo un sentimiento de optimismo de que puede hacer las cosas y lograr sus metas, pero sin por ello aislarlo de la crítica constructiva o de los importantes aprendizajes que provienen de cometer errores.
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